dimarts, 2 d’abril del 2019

"Segunda" primera parada

Mi "segunda" primera parada estaba en lo alto de Alicante. 

A cinco minutos andando del CEIP Virgen del Remedio se encontraba mi nuevo destino: CEIP GLORIA FUERTES. Pero esta vez no fuimos andando, esta experiencia ya os la contaré en la siguiente entrada.

Era jueves, y para no tener que mover el coche de aquí para allá, decidimos ir en bus al cole. Hablo en plural porque mi padre venia conmigo cual vigilante de seguridad. Dicen que lo desconocido da miedo, y más cuando te comentan las características del barrio y de la población que me podía encontrar allí. Y es verdad, hasta mi padre llegó a comentarme de camino al cole en el autobús número tres, que daba respeto la zona por había que pasar para llegar a la última parada, nuestra parada. Supongo que el miedo a lo desconocido mengua según vayan pasando los días, semanas, meses... y te vayas conociendo la zona, pero de primeras, lo dicho. 

Cuando bajamos el bus, mi padre enseguida tuvo la idea de seguir a todos las familias con nanos, ya que estaba seguro que nos llevarían a nuestro destino. Y así fue. Giramos la esquina y nos sorprendió un espléndido parque, con mucho verde (así llamamos a la vegetación en mi casa), muy limpio... Y al final de éste, el cole. A primera vista podía apreciar como se trataba de un centro con gran cantidad de espacio, pues se veía mucho "patio", y varios edificios. Poco a poco nos íbamos acercando y a la misma vez, veíamos una diversidad familiar impresionante. Madres en batín, pijama y chanclas, con las caras lavadas y de recién levantadas llevando a sus hijos (si, plural, porque al menos llevaban 3 cada una... ¡¡¡Incluso vimos a una con ocho!!!) al cole, grupos de niños/as que venían juntos sin ningún adulto, familias inmigrantes que quedaban para ir al centro educativo... De todo un poco. 

Cuando se hizo la hora, volví a "ponerme" esa sonrisa de oreja a oreja y me armé de valor. Era el momento de "volver a empezar". 

Entré al cole por la misma puerta que entraban los alumnos. Unos corrían, otros charlaban entre ellos, también los había que no entraban con muchas ganas... ¿Y yo? ¿Cómo entraba yo? A parte de llevar la sonrisa de oreja a oreja... Estaba de nuevo hecha un flan, pero esta vez, ya tenía más controlado el asunto. Sabía qué tenía que hacer. 

Entré directa y busqué el despacho del director, el cual para mi sorpresa se encontraba vacío, igual que el del jefe de estudios. Hablando de este último, hacía bastante tiempo ya que leí una noticia de prensa, en la cual un padre había pegado a un jefe de estudios. Y sí, era el de ese centro educativo. ¿Sería el mismo? Ni idea. Tampoco tuve ocasión de averiguarlo, ni pensaba meterme en ese rollo. Yo había venido a trabajar, por un corto periodo de tiempo, y eso iba a hacer. Quería dar lo mejor de mí, igual que hice el día anterior. Si por algo decidí estudiar magisterio, era por enseñar a los demás, pero sobretodo enseñar a que fueran felices, y ese era mi objetivo en estos tres días, que los nanos de los dos centros fueran lo más felices posible. 

Volviendo al tema... Al ver que no había nadie, me esperé en la puerta y enseguida llegó una chica joven. Nada más verla deduje que sería una interina, como yo. No me equivocaba. Ella fue la encargada de avisar al jefe de estudios de mi llegada, y en un abrir y cerrar de ojos lo tenía delante presentándose.  Entramos a su despacho, y después de hablar de Conselleria, de como estaban sacando las sustituciones, del juego que se llevaban entre manos con los interinos... Me explicó un poco por encima los aspectos básicos del cole, para que me hiciera una idea, y me dio la oportunidad de vivir una nueva experiencia. Iba a estar en una Aula Específica de Educación Especial. Me sentía inmensamente afortunada de poder vivir esa nueva realidad educativa, pues bien, aquí en Valencia, no hay muchas y la verdad es que también tienen lo suyo. Para los que no estáis familiarizados con el ámbito de la educación especial, una aula específica es una aula en un centro ordinario (cole normal, como lo llamaríamos de manera coloquial) donde están escolarizados los alumnos con necesidades educativas especiales de mayor "gravedad". Se trata de una variante de la inclusión educativa, pero a su vez, se ofrece mayor atención individualizada a los alumnos que más la requieren gracias a la dotación de recursos tanto materiales como personales (Educador de Educación Especial). 

En el Gloria cuentan con dos aulas de Educación Especial. La primera, tiene 7 alumnos entre 6 y 9 años, y la segunda cuenta con 7 alumnos también pero de 9 a 12 años. 

Cuando entré por la puerta del aula específica de alumnos entre 9 y 12 años, todos me miraron, pues yo era una persona "extraña" para ellos. Un alumno me saludó y me preguntó si era una Seño o una alumna nueva. Al instante, se presentaron todos. Entre la educadora del aula y la tutora, estuvieron poniéndome al día de las diferentes patologías y necesidades que tenían los alumnos que tenían. Como era nuevo para mi, me pareció súper curioso ver diferentes niveles cognitivos, las diversas formas de trabajo que tenían, la variedad de materiales con los que contaban... Si antes de conocerlas ya me parecían todo un reto, desde ese momento lo confirmaba: Las Aulas Específicas de Educación Especial son todo un reto educativo para los docentes. Para poder trabajar en ellas, de forma correcta y adecuada, ofreciendo una respuesta ajustada a las necesidades del alumnado que tienes, debes de ser una persona muy organizada, planificada y llevar al día el trabajo. Estoy segura, y por lo que me comentó la tutora que agotan, tanto física como mentalmente, pero al fin y al cabo... "Sarna con gusto no pica", o eso dicen ¿no?. 

Antes de empezar a trabajar, todos los días hacían una serie de rutinas. Cantaban la canción de "Bon dia", repasaban la fecha y quienes habían venido al cole y los que se habían quedado en casa. Cada día cambiaban de persona responsable, para que todos tuvieran su momento y pudieran "lucirse". De esta manera trabajaban también las habilidades sociales. Me quedé alucinada 

Durante la mañana, pude trabajar con uno de los alumnos. Él estaba diagnosticado como TEA, y aun siendo conocedora de los diversos tipos de alumnos con autismo que existen, éste me sorprendió. Tenía un razonamiento espectacular. Eso sí, era un rollero en toda regla. Enseguida intentaba engatusarte para no trabajar o llevarte a su terreno. Como buen TEA tenía sus fijaciones, y una de ellas era la película infantil "Coco". Se sabía los diálogos e incluso la banda sonora. ¡¡Se sabía todas las canciones, con entonación y todo!! Para demostrármelo, pidió a su educadora una guitarra (Yo le comenté que quería hacerme una demostración) y ésta se la ofreció. Nos dio un mini concierto a todos y reconozco que me quedé impresionadísima. A dicho concierto se sumó otro alumno, el cuál pidió la guitarra también para cantarnos una canción que cantaba su padre. Éste no sabía tocar la guitarra, pero por las ganas y el ímpetu que le ponía también recibió una enorme ovación. 

Llegó la hora del patio y decidí salir a ver cómo interactuaban con el resto de compañeros/as del centro. Para mi sorpresa, habían 4 zonas: Infantil, primer ciclo, segundo ciclo + Educación Especial y tercer ciclo. ¿Veis como no iba equivocada cuando vi por primera vez las instalaciones del cole? Era enorme. 

En la media hora de duración del patio, los alumnos de las aulas específicas se relacionaban entre ellos, algunos, pero no compartían juego con el resto de compañeros/as. Me sorprendió y enseguida mi cabeza empezó a pensar diferentes maneras de integrar a este alumnado con el resto. Pensé en juegos tradicionales como el pollito inglés, el escondite, el pañuelo... Sería un trabajo que habría que haberlo empezado al inicio de curso, pero como propuesta cara el próximo año ahí la dejaba. 

Continuó la mañana como había empezado, con rutinas, trabajo en grupo... Y yo seguía nutriéndome de esa experiencia mágica que me habían dejado vivir. Digo mágica porque para mí, el mundo de la educación especial es pura Magia. Como un buen mago, tienes que saberte todos los trucos, tenerlos muy preparados, estudiados y siempre con una opción B por si no salen como esperamos, para luego poder llevarlos a la práctica frente a un determinado público. En este caso, el público sería el alumnado con necesidades educativas especiales. 

Se hizo la hora, las 14h en punto, y tocó despedirse del alumnado hasta el día siguiente. 

El viernes teníamos jornada partida. Empezaría las tres primeras horas en el Gloria Fuertes, y en el patio cambiaría de centro para estar durante las tres últimas en el Virgen del Remedio. Otra nueva experiencia que vivir, sumar y de la que estaba segura que iba a aprender mucho. 


Con una sonrisa enorme, daba por finalizado mi segundo día como maestra interina. 


¡A por el tercer y último día! ( Por el momento 😉 )





dilluns, 1 d’abril del 2019

¡¡ALICANTE, ALLÁ VOY!!

¡¡ALICANTE, ALLÁ VOY!!

Desde que vi la palabra "ADJUDICADA" en la lista única de puestos ofertados del pasado día 26 de Marzo, no hacía otra cosa que repetirme esa frase. Pues sí, allí iba a ir.

Pasadas las 5h de la mañana, sonó el despertador. Para variar, lo apagué y esperé en la cama, apurando los minutos hasta que volviera a sonar la siguiente alarma. Sí, soy de esas personas que se ponen dos, incluso tres alarmas. Volvió a sonar, después de apagarla, me quedé embobada mirando la pantalla del móvil. Miércoles 27 de Marzo de 2019. Día que siempre recordaré. 

Después de levantarme de la cama de un bote, me dispuse a arreglarme. Ya sabía qué me iba a poner, pues la noche anterior había dedicado unos minutos antes de irme a dormir para prepararme la ropa y los complementos que iba a ponerme en mi primer día como maestra interina en la Escuela Pública. Arreglada, guardé en la maleta las últimas cosas que iba a necesitar, me preparé un poleo para llevar, pues si desayuno antes de hacer un viaje/trayecto medianamente largo acabo mareándome, cogí la chaqueta y esperé a que mi padre estuviera listo para empezar nuestro viaje. 

Había llegado el momento de decir adiós por poco tiempo a mi casa, a Campanar, a Valencia...

Emprendimos el viaje en coche sobre las 6h de la mañana. Íbamos con tiempo, bastante tiempo, pues hasta las 9h no tenía que presentarme en el CEIP VIRGEN DEL REMEDIO de Alicante, pero si algo  caracteriza a mi familia, es que somos muy puntuales y nos gusta ir a los sitios con tiempo por si sucede algún acontecimiento inesperado. En nuestro caso, teníamos miedo a coger tráfico por la autovía, a perdernos al desconocer la salida que teníamos que tomar... Pues conocemos Alicante, pero nunca habíamos entrado por la parte norte de la ciudad, y además no conocíamos el barrio donde estaba ubicado el centro escolar. 

En el camino, decidí cerrar los ojos, ya que durante la noche no había podido descansar mucho, pues los nervios y la ilusión invadían mi cuerpo y mente. Tengo que decir, que tampoco descansé mucho, pues mi padre tenía la radio puesta, y al estar un poco "teniente" estaba más pendiente de las noticias que la Ser iba informando, que de descansar. Además, reconozco que los nervios cada vez eran mayores. 

Sobre las 8:15h llegamos a Alicante. Ubicado el cole, estacionamos en el primer sitio que vimos cerca de éste, y desde ese momento, empezamos a ver movimiento por la zona. Madres en pijama, con batín y sin maquillar llevando a su lado a cuatro o cinco nanos como mínimo, familias al completo que iban reunidas para llevar a sus pequeños al cole, niños y niñas solos... Vimos de todo pues el centro estaba ubicado en un barrio marginal, con una población mayoritariamente de etnia gitana e inmigrantes. De ahí que estuviera considerado como un centro CAES. 


8:50h. Era la hora de bajar el coche y acudir a mi primer destino. Estaba hecha un flan. Mi padre se quedó en el coche y yo me dispuse a cruza el paso de zebra para empezar una nueva aventura. Un sueño que por fin, después de varios meses de espera, se iba a convertir en una realidad. 

Cuando llegué a la puerta del cole, vi a una chica que me pareció ser la conserje por la vestimenta que llevaba. Me acerqué a ella y con una amplia sonrisa le comenté que era la nueva maestra de PT, a lo que ella me contestó súper amable que pasara dentro, que me estaban esperando mis compañeros para darme la bienvenida. Crucé la puerta del centro con algo de miedo, pero si algo me caracteriza es que nunca pierdo la sonrisa, y con la mejor de mis sonrisas, entré a la sala de profesores donde, como bien me comentó la conserje en la puerta, me estaban esperando los que iban a ser mis compañeros/as en esos tres días. Al entrar, un hombre campechano, de estatura media y con un polo rojo (según mi punto de vista iba poco abrigado, o es que yo estaba congelada por los nervios), me saludó con mucha efusividad, y me comentó que era Francisco, Paco a partir de ahora, el director. Le sonreí, y con un "encantada" le respondí a su saludo. 

En la sala de profes, habían chuches, galletas, café, té... Eso sí que era una buena bienvenida. Pero reconozco, que no sé si fue por vergüenza, nervios o vete tú a saber por qué no cogí nada. Me limité a sentarme en una de las sillas vacías que encontré al lado de Paco y a saludar a todos mis compañeros que iban presentándose uno a uno, los cuales me iban diciendo sus nombres y a su vez, que sabían que era un poco imposible que me acordara de todos ellos en ese momento. 

Para mi sorpresa, al final de la sala de profesores estaba él. Un antiguo compañero de Universidad, con el que durante los cuatro años que compartimos carrera, clases, trabajos, cenas y demás, tuvimos una relación de amistad muy fuerte e intensa. Éramos muy muy buenos amigos. Incluso algún compañero y algún que otro profesor nos comentaron que pensaban que éramos pareja. Pero no, nunca lo fuimos. Había un feeling especial entre los dos que hacia que trabajar juntos y crear bonitos recuerdos fuera mucho más fácil y agradable. 

Hablo en pasado de él, sí. El último año de carrera, empezó a salir con una chica que no nos gustaba a ninguno de los amigos, pues veíamos como jugaba y hacia de él lo que quería. En alguna ocasión se lo comentamos, y hubo un tiempo en el que abrió los ojos y se dio cuenta de todo lo que le habíamos ido comentando, pues cuando quieres y aprecias a una persona, le dices y haces las cosas por su bien. La relación con la chica se estancó por un corto periodo de tiempo, y cuando volvió a reanudarse, él cambió por completo. Para mi sorpresa, únicamente cambió su actitud conmigo. Ya no hablábamos como de costumbre, ya no me enviaba chorradas por WhatsApp, no hacíamos los trabajos por parejas/grupos juntos, intentaba no acercarse mucho a mi... En un primer momento no entendí nada, incluso llegué a pensar que podría haber dicho/hecho algo que le hubiera molestado u ofendido, pero no. Resultó ser que a la chica, yo no le hacía ni pizca de gracia. No toleraba que fuéramos buenos amigos y que compartiéramos tantas cosas, y como si de un ultimátum se tratase, le dio a escoger entre una u otra. Como os podéis hacer a la idea, la eligió a ella. Dejó perder una amistad por una persona tóxica. Sí, tóxica, no me escondo de decir mi opinión, pues viví y fui testigo de muchas acciones y situaciones que le dañaban a el que era mi amigo. Ay el amor... 

Cuando lo vi, mi reacción fue de sorpresa total. Sabía que había aprobado la oposición de maestro de primaria, y que estaba destinado en Alicante (lo sabía por otros compañeros), pero no sabía que estaba en ese centro. Creo, y es mi opinión, que al ver que todos se presentaban, tuvo que hacer de tripas corazón y venir a saludarme. Al acercarse, mi contestación fue: "Qué sorpresa. No sabía que estabas aquí." A lo que él me respondió: "Sí,   espero que estés bien." Esa fue toda nuestra conversación durante el primer día en mi aventura en el mundo educativo público. 

El primer día pasó rapidísimo. El cole contaba con jornada continua, es decir, entraban a las 9h de la mañana, y salían a las 14h. Además, los que querían quedarse a comer en el comedor, tenían esa posibilidad. Para mi esto de la jornada continua era raro, pues en los otros centros donde he trabajado, concertados y privados, no la había vivido. Tener tres horas seguidas, luego un patio de 30', y otras tres horas antes de irnos a casa, me parecía novedoso. 

Durante las tres primeras horas no tuve alumnos. Como estaban de actividad, Paco me enseñó el centro, me fue presentando a los especialistas y demás profes que no había podido conocer bajo, me explicó todo lo que necesitaba saber en mi corta estancia en el centro y me dio la llave de "mi aula", donde me dejó la tercera hora antes del patio, para que pudiera familiarizarme a ella, organizarme la sesión que iba a tener luego, ver los materiales con los que contaban... 

En la media hora del patio, decidí salir y ver a los nanos en plena acción. Allí estuve con dos profes, una interina como yo, y otra con plaza fija. Me estuvieron comentando aspectos del barrio donde estaba el cole situado, el tipo de alumnado, algún caso concreto... 

Legó la hora de la verdad. Cuarto era el curso con el que me estrenaba en este nuevo mundo para mi. De los 6 alumnos que tenía que tener, sólo vinieron cuatro. No me extrañé, pues Paco y algunos más, me comentaron que al tratarse de un centro CAES ubicado en un barrio marginal, muchos alumnos eran absentistas y venían de uvas a peras a clase. La chica a la que sustituía, me comentó que repasara las letras y vocabulario, entonces decidí que íbamos a jugar al "ALTO AL FUEGO". Este era un juego muy típico, de cuando éramos pequeños y pensaba que lo conocerían, pero no, mi sorpresa llegó cuando ninguno de los cuatro sabían de qué trataba el juego. Después de la necesaria explicación, y al ver como les costaba escribir el título del juego, decidí utilizar la pizarra para que copiaran los rótulos de las columnas y la tabla, facilitando así su trabajo. EN las columnas ponía: Letra/Nombre/Comida/Color. Sencillo. Una vez todo listo, empezamos el juego. Me sorprendió lo que les costaba encontrar palabras con la letra que yo había escogido. En 45' que duraba la sesión, únicamente nos dio tiempo a jugar 5 veces, pues me guardé 5' para hacerles uno de los trucos de magia que aprendí en el curso de "magia para la escuela" del CEFIRE que estoy cursando. "Maestra me he quedado flipando", "Maestra eres maga", "Maestra ves al got talent ese de la tele", y otras frases más fueron las "perlas" que me dijeron al ver el truco. 

Llegó el cambio de clase, y mis alumnos se fueron encantados. Incluso llegaron a pedir a su tutora el quedarse más tiempo conmigo, ya que iba a tener otras dos horas libres, pero esta no aceptó. 

En las siguientes dos horas, libres como ya he dicho, estuve mirando materiales para el próximo día, y recordando las instrucciones de un juego de mesa para llevarlo a la práctica en la siguiente sesión con ellos. Media hora antes de la salida, tuve la visita en mi aula de la otra PT del centro y de la AL. Las dos estuvieron contándome cosas del alumnado, como trabajaban... Fue una charla muy agradable donde me pusieron al día, todavía más si cabe. 

A las 14h, Paco llamó a la puerta y me dijo, Paloma es la hora de acabar. Recogí mis trastos, bajé la persiana, organicé un poco el aula (las sillas, los folios, los rotuladores...) y me despedí de ella hasta el viernes, ya que el jueves iba a pasar todo el día en el segundo centro, en el CEIP Gloria Fuertes. 

Al salir por la puerta, me despedí de los compañeros que vi, de la conserje y con una sonrisa de oreja a oreja, me fui satisfecha al encuentro con mi padre. 

Había superado con éxito mi primera jornada. 

Ahora solo quedaba esperar a que pasaran las horas, fuera jueves y empezara de nuevo.

Próximo destino: CEIP Gloria Fuertes. 






Qué duro es decir adiós, pero que injusto es en esta ocasión.

  Quien me conoce, sabe que no me gustan las despedidas. Soy una persona muy sensible de lágrima fácil. Decir adiós nunca fue fácil, pero lo...